Cuando hablamos de digitalización
e innovación en los Recursos Humanos (RRHH), se trata de
una transformación profunda que afecta a casi todos los aspectos de esta
función: gestión de nómina, evaluación del desempeño, clima laboral,
experiencia del empleado, analítica de RRHH, selección y retención de talento,
y, por ende, la transformación de la cultura corporativa en su conjunto.
Me atrevería a decir que
probablemente la transformación más relevante comienza en los managers que
lideran RRHH dentro de las empresas. Con el apoyo incondicional de la dirección
general, que es algo que se agradece, estos líderes tienen la valentía de liderar,
predicar con el ejemplo e influir en el proceso de transformación e innovación
digital, mientras al mismo tiempo se sienten impulsados a evolucionar su propio
perfil profesional.
En este camino, aquellos de
nosotros que impulsamos este proceso de innovación nos encontramos con
obstáculos como las frecuentes frases de resistencia: "siempre se ha hecho
así" o "¿por qué cambiar algo que ya funciona?". Y no es que lo
que estamos haciendo no funcione, sino que es evidente que colocar a las
personas, nuestro mayor activo, alineadas con la tecnología como eje central de
la estrategia empresarial, debe ser nuestra prioridad para alcanzar el éxito.
A lo largo de la historia hemos
sido testigos de cómo la adopción de nuevas tecnologías ha mejorado nuestra
forma de trabajar. Desde la transición de la escritura a la imprenta, la
máquina de escribir, el ordenador con procesadores de texto, hasta el correo
electrónico, todos estos avances han transformado nuestra manera de desarrollar
nuestras tareas.
Lo mismo ocurre hoy en día.
Gestionar grandes volúmenes de datos no es posible sin herramientas que
faciliten su análisis. No se trata de complicarnos la vida, sino de utilizar la
tecnología para optimizar nuestras funciones y mejorar la eficiencia en nuestra
labor.
Sin duda, durante todo este proceso de innovación, el perfil profesional de los que trabajamos en RRHH ha evolucionado considerablemente. Nuestra función ha adquirido una dimensión más técnica, ya que ahora es esencial estar capacitados para brindar un apoyo efectivo a los líderes de otros departamentos y a la dirección general, permitiendo decisiones ágiles basadas en datos reales y fiables.
En este sentido, hemos tenido que
adaptarnos a las nuevas tecnologías que nos han facilitado la obtención de esos
datos con la rapidez que se requiere. Al mismo tiempo, nos hemos visto inmersos
en procesos de formación y aprendizaje continuo para poder interpretar
correctamente esos datos y presentarlos de manera clara.
En paralelo, la gestión del
talento en las empresas también ha cambiado. El big data y la inteligencia
artificial están transformando nuestra visión del ciclo de vida del empleado,
desde la atracción y reclutamiento de los perfiles más adecuados hasta los
procesos de incorporación y salida de los empleados. Además, hemos puesto
especial énfasis en el desarrollo de portales y herramientas para empleados,
que nos permitan obtener de manera rápida y cíclica la información necesaria
para mejorar el desarrollo de los colaboradores y valorar su experiencia dentro
de la empresa.
Aunque somos conscientes del
momento de transformación e innovación que estamos viviendo en RRHH, no debemos
olvidar la importancia de las interacciones humanas en este proceso. Una
conversación directa y relajada con nuestros colaboradores sigue siendo una
herramienta irremplazable para obtener información valiosa sobre la experiencia
del empleado y el crecimiento de la empresa. Al final, no podemos olvidar que
el talento es, ante todo, humano.
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