Los empleados mayores de 50 años
aportan su experiencia, aunque se pueden generar diferencias y tensiones en el
grupo.
El podio de Fernando Alonso el pasado domingo en
el GP de Bahréin creó en muchos aficionados a la Fórmula 1 la esperanza de
volver a ver al español competir por el título mundial, tras su fichaje por
Aston Martin. La temporada apenas ha arrancado, pero ya hay quien sueña con
domingos frente al televisor vibrando con el asturiano en las primeras
posiciones de la carrera, como hace casi 20 años cuando consiguió
sus dos títulos mundiales.
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La experiencia también aporta “mayor capacidad para
analizar las consecuencias a largo plazo”, apunta Juan Fernández, director del
Centro de investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre. “Hay ciertas
iniciativas y proyectos que, a priori, se presentan como muy innovadores, pero
un sénior, después de haber vivido situaciones parecidas o comparable, ayuda a
no despegar demasiado los pies del suelo”, afirma Fernández.
Otra de las cualidades que tienen los seniors, en opinión
de Segovia, es que gestionan, generalmente, mejor el éxito y el fracaso,
porque ya han tenido de estos últimos en su carrera. Y suelen ser
emocionalmente más estables. A este respecto, Fernández señala que “cuando una
situación se tensa, este tipo de empleado es capaz de introducir cierto
equilibrio y sosiego en la toma de decisiones. La calma que dan los años ayuda
a lidiar con esas resoluciones”.
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Y en lo que respecta a la búsqueda de talento, Pereda
advierte de que, debido a los menores índices de natalidad, las empresas
no pueden dejar de lado a los séniors y enfocarse solo en jóvenes, básicamente
porque cada vez escasean más, lo que limita el crecimiento de las compañías al no encontrar
personal formado. “Cuantitativamente ya se constata que hay pocas
personas en las nuevas generaciones. Considerando que el año pasado se quedaron
vacante unas 300.000 posiciones por falta de candidatos, puesto que no se
cubre, proyecto que no crece. Muchas empresas están siendo consciente de
que invisibilizar a la gente mayor es excluir una parte muy importante del
talento disponible. Aquellas organizaciones que no superen estos prejuicios
están poniendo en riesgo la viabilidad de sus negocios”, defiende.
La convivencia en un grupo de trabajo de distintas
generaciones, con sus respectivos puntos de vista, ideas y formas de hacer las
cosas, puede llegar a generar diferencias o tensiones. Para evitarlas,
Fernández aconseja dejar a un lado las actitudes desdeñosas y poner
en valor lo que cada uno puede aportar. […]
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