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Para conseguir empleo nunca hagas esto: el fallo más común en las entrevistas de trabajo

Muchos las buscan, algunos las temen y pocos las solventan con éxito, pero casi nadie que aspire a un nuevo empleo se libra de ellas. No hay duda de que las entrevistas de trabajo se han convertido en una parte ineludible de los procesos de selección actuales, pues sirven a los responsables de recursos humanos para bucear más allá del currículum de los candidatos y, en muchos casos, descartar a aquellos que sucumban a la presión de enfrentarse cara a cara a la persona de quien podría depender su sueldo.
Los nervios pueden descalificar directamente a los menos habituados, pero hasta los más expertos pueden caer ante las técnicas psicológicas que multitud de empleadores utilizan con el fin de desconcertar al entrevistado. Desde formular preguntas retorcidas hasta esconder una prueba de actitud en la inocente oferta de una bebida caliente, existen factores difíciles de prever, si bien hay otros que no conviene obviar.
Pamela Lipp-Hendricks, una ejecutiva con más de 20 años de experiencia en servicios financieros que actualmente gestiona la búsqueda de talento en JP Morgan Chase, se ha sentado frente a muchos solicitantes de empleo a lo largo de su carrera. Los ha visto de todo tipo, más experimentados y menos, más cualificados o con un expediente casi vacío, pero por lo general quienes se han quedado fuera de su equipo siempre repiten los mismos tres errores.

Tener una respuesta ensayada

Al igual que muchos otros ejecutivos, Lipp-Hendriks utiliza un breve cuestionario para decidir quién forma parte de su equipo. No obstante, considera un error mayúsculo venir con respuestas preparadas de casa. "Sé honesto", recomienda, o al menos "no contestes con demasiada rapidez y escucha primero la pregunta". Sólo de esta forma es posible reflejar espontaneidad y que la empresa sienta que esa persona "encaja" con su filosofía.
Muchos las buscan, algunos las temen y pocos las solventan con éxito, pero casi nadie que aspire a un nuevo empleo se libra de ellas. No hay duda de que las entrevistas de trabajo se han convertido en una parte ineludible de los procesos de selección actuales, pues sirven a los responsables de recursos humanos para bucear más allá del currículum de los candidatos y, en muchos casos, descartar a aquellos que sucumban a la presión de enfrentarse cara a cara a la persona de quien podría depender su sueldo.
Los nervios pueden descalificar directamente a los menos habituados, pero hasta los más expertos pueden caer ante las técnicas psicológicas que multitud de empleadores utilizan con el fin de desconcertar al entrevistado. Desde formular preguntas retorcidas hasta esconder una prueba de actitud en la inocente oferta de una bebida caliente, existen factores difíciles de prever, si bien hay otros que no conviene obviar.
Pamela Lipp-Hendricks, una ejecutiva con más de 20 años de experiencia en servicios financieros que actualmente gestiona la búsqueda de talento en JP Morgan Chase, se ha sentado frente a muchos solicitantes de empleo a lo largo de su carrera. Los ha visto de todo tipo, más experimentados y menos, más cualificados o con un expediente casi vacío, pero por lo general quienes se han quedado fuera de su equipo siempre repiten los mismos tres errores.
Tener una respuesta ensayada
Al igual que muchos otros ejecutivos, Lipp-Hendriks utiliza un breve cuestionario para decidir quién forma parte de su equipo. No obstante, considera un error mayúsculo venir con respuestas preparadas de casa. "Sé honesto", recomienda, o al menos "no contestes con demasiada rapidez y escucha primero la pregunta". Sólo de esta forma es posible reflejar espontaneidad y que la empresa sienta que esa persona "encaja" con su filosofía.
"Siempre has de recordar que más que una entrevista debe ser una conversación, ya que, después de todo, también estás tratando de averiguar si es el lugar adecuado para que trabajes", recuerda a este respecto la directora ejecutiva de ‘The Finance People’. De ahí que sea importante huir de respuestas superficiales y abrirse en la medida de lo posible como garantía para exhibir las cualidades personales que requiere el puesto.
No investigar sobre la empresa
Pero evitar los discursos impostados no implica ir a ciegas. "Haz tus deberes previamente para que al menos entiendas un poco sobre la compañía y sepas con quién vas a hablar", recomienda Lipp-Hendricks, que considera un buen método "hablar con sus reclutadores antes de acudir a la entrevista para comprender a ciencia cierta la estructura de la empresa". No hay que tener miedo a contactar con ellos previamente, pues una de las preguntas más recurrentes suele ser: "¿Qué hiciste para prepararte esta entrevista?".
“Una vez tuve una candidata a asistente ejecutivo que parecía perfecta para el papel”, rememora la experta en relaciones laborales Suzy Welch en declaraciones a 'CNBC'. “Ella tenía una gran experiencia, además de que superó mi prueba con creces. Nuestra conversación iba perfectamente, hasta que hice la pregunta. Sorprendida, respondió: ‘Mmm, busqué tu oficina en Google Maps’. Eso fue todo. Esa fue su preparación".
Como resultado, Welch asegura que descartó a esa candidata y, en su lugar, contrató a alguien que había leído todos sus libros y columnas, que investigó sus antecedentes profesionales y que condujo a la oficina la noche anterior para estudiar dónde aparcar. “Pensé, ‘Guau, has empezado a trabajar en este puesto antes de que lo obtuvieras’. Me encantó su ingenio y valor”, presume.
No hacer preguntas
Hacer preguntas relevantes sobre el trabajo y el sector al que pertenece la compañía demuestran que la está interesada en el puesto y ya ha pensado en unirse a la empresa. Además, preguntar es necesario para saber qué condiciones ofrece la empresa. “Encuentro muchas veces que las personas con menos experiencia en las entrevistas no hacen preguntas”, analiza Lipp-Hendricks. “Ve a Internet. Hay muchos artículos interesantes sobre preguntas que puedes hacer. Y aunque no creo que tengas que usar esas preguntas, podrían estimular algunas ideas".
Hacer preguntas no solo hará que la entrevista sea más un proceso bidireccional, sino que también puede ayudar a comprender mejor por qué el candidato debería o no unirse al equipo. Por ejemplo, si el aspirante a un puesto valora viajar y reunirse con clientes fuera de la oficina, entonces aceptar un puesto que requiera que esté en su escritorio la mayor parte del día tal vez no sea una buena opción.

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